Todos hemos podido ver alguna vez a un niño jugando y transformando con imaginación una caja de cartón en una casita, un refugio o una guarida. ¿Qué podrían entonces hacer nuestros pequeños participantes con decenas de cajas?
Al principio no sabíamos muy bien que pasaría, pero poco a poco fueron apareciendo formas muy diferentes de cada una de esas cajas que se convertían ante nuestros ojos en cuevas, en laberintos, en castillos con puertas y ventanas, pasillos y hasta en un auténtico tipi.
Después de construirlo, jugar en ese espacio lleno de magia fue maravilloso para los niños que disfrutaron recorriendo su interior.
En un momento determinado alguien mencionó la palabra destrucción y rápidamente corrió la voz por los habitantes del pequeño mundo de cartón que comenzaron a romper aquello que habían terminado hacía unos minutos.
No sabemos que fue lo más divertido si el crear ese mundo, habitarlo o reducirlo de nuevo a su origen: cartones.
