15 de agosto de 2014

Arteterapia y Naturaleza

"El arte, la naturaleza, el cuerpo humano y la psique humana están tan íntimamente relacionados que es imposible pensar en uno sin recordar al otro." McLuhan.


La pasada semana tuve la oportuniad de viajar a Cantaria y de realizar junto a algunos participantes expontáneos una serie de obras en su majestuoja naturaleza.

Resulta fascinate la cantidad de recursos que podemos encontrar en un bosque o en un acantilado, así como sus cualidades físicas y su carga emocional.
Por lo general vivimos aislados en nuestras confortables ciudades, lejos de lo salvaje, de lo sublime, de nuestros monstruos y miedos. Fuera del alcance de los sonidos estremecedores del bosque y del viento estrepitoso de un barranco o una llanura.

Un bosque de Cóbreces fue el lugar perfecto para nuestra primera experiencia. La elección del lugar puede darse de diferentes maneras y aunque buscábamos un flechazo, aquello no sucedió y tardamos más de hora y media en encontrar "nuestro espacio". El proceso comienza desde esa búsqueda, propiciada por la escuha interna y externa, es decir por aquelo que sentimos y aquello que nos cuenta el propio paisaje.
Finalmente un sendero perdido fue el lugar por el que nos inclinamos. Fuera del sendero la naturaleza era tan salvaje que nos devoraba, en cambio, a orillas del camino encontramos un árbol, tan especial como todos los demás y sin ninguna característica que destacase del resto. Lo demás vino solo, casi podría decirse que la obra ya estaba creada antes de nada, antes de depositar el primer palo sobre en tronco. Y así, poco a poco abrigamos el tronco del árbol con los restos de madera de sus hermanos, de él mismo. Una obra sin pretensiones, escondida y cargada de fuerza y simbolismo.

Si nos dejamos llevar por los caminos del norte llegaremos a un acantilado con unas vistas impresionantes. Mi mirada solo se posaba en las flores y hojas del camino... Quería trabajar con ese material pero sabía que el fuerte viento lo haría imposible. Las piedras me parecieron una mejor opción y de la misma manera que comenzamos a colocar los palos sobre el tronco, colocamos una priedra tras otra, de manera que una espiral fue surgiendo.
Es curioso como una niña al vernos comenzó a hacer una colección de piedras y cuando la espiral tomó un tamaño como para llamar la atención de los paseantes, un grupo de niñas se sumó a la creación.
Al alejarnos de la espiral, pudimos ver como nuevos visitantes se acercaban y continuaban poniendo piedras. Un regalo para nosotros, para el acantilado y para sus huéspedes.

La tercera intervención fue cerca en un llano, el viento no soplaba y esta vez pudo permitirme jugar con las hojas secas. Una vez más el árbol se convertía en el lienzo en blanco y los palos y hojas en la pintura.
Alrededor de la base del tronco dispuse un círculo con palos y éste relleno de hojas caidas. Su propio abono, el ciclo de la vida cerrado, completo, como un círculo...
Un punto de vista nos regalaba la idea de que la sombra era el reflejo del árbol, su proyección dentro del espejo, debajo de la tierra, la dualidad, el Yin y Yang.

Podríamos seguir buscando el simbolismo de estas acciones, pues en este caso, es después de hechas cuando está aflorando su significado y resonando en mí más fuerte aún, pues el poder de la naturalez unido al arte y a la creación nos convierte en seres más sensibles, más atentos y más conscientes.

Si reflexionamos un poco más sobre la creación o el arteterapia en la naturaleza podremos observar que dicha pŕactica ofrece una oportunidad para realizar rituales privados que giren en torno a la materia. Por ejemplo, una escultura de arcilla hecha en respuesta a la muerte de un ser querido puede ser colocada al lado de un río o mar para disolverse con la marea. Tales acciones pueden proporcionar un enorme alivio emocional y liberación.
Cada sendero es único y fascinante, al igual que cada persona y las emociones que habiten en ella en ese momento.  Un agujero en el suelo puede que nos lleve a pensar en la depresión, una explosión de rojos otoñales en el amor, una nueva planta en un recién nacido o una cama de musgo y plumas en un hogar seguro y feliz.

El enfoque de Sweeney, aún emergente, sobre la "Eco-Arteterapia", se basa en la ecopsicología y la arteterapia. La Eco-Arteterapia puede animar a una persona a encontrar una conexión con la naturaleza y sentir  su lugar en el mundo, sintiendo la conexión consigomismo en presencia de la naturaleza y sin necesidad de   palabras. Puede ayudar a vigorizar los sentidos y a aflorar emociones o recuerdos. El entorno natural despierta la creatividad de las personas. Además, cuando la obra de arte se genera al aire libre nos transmite sensaciones diferentes al alterar el medio ambiente. La acción se ve completada ya que, por otro lado, el medio ambiente también puede afectar al arte de una manera más directa, como por ejemplo, dejando que el viento sople un dibujo de arena o que la puesta de sol alarge las sombras de un totem. 



Fuentes:

http://www.environmentalartstherapy.co.uk/

http://www.ecopsychology.org/journal/gatherings6/html/Overview/overview_art_therapy.html