14 de julio de 2014

Mandalas Tibetanos

Mandala en sánscrito quiere decir círculo.

Originalmente, los mandalas son un arte milenario que permiten llegar a la meditación y a la concentración a través del dibujo, para exprimir nuestra propia naturaleza y creatividad.

Los mandalas tibetanos son una representación geométrica del cosmos.
Los monjes vierten millones de granos de arena de colores desde el centro hacia las orillas, simbolizando el nacimiento.

Una vez acaban, deshacen el mandala barriendo la arena desde las orillas hacia dentro. Este nuevo acto simboliza la muerte.

Después los monjes acuden
a un río, lago o mar  y allí vierten la arena con el fin de difundir la energía curativa del mandala a todo el mundo. Este proceso simboliza la continuidad de la vida y transmite la filosofía oriental del desapego hacia lo material.

El mandala simboliza y expresa la totalidad. La totalidad de la persona, tanto de su experiencia interior, como de su relación con el mundo exterior, pues ambas realidades afloran en el mandala. Es la metáfora de la vida misma representada en un mandala de arena: Nacemos, crecemos, maduramos y morimos. Los mandalas nos recuerdan que nada es estático o permanente y la naturaleza cíclica del tiempo.
Lo importante no es la obra final, sino el proceso que se sigue para su creación. Lo cual me lleva a pensar inevitablemente en uno de los fundamentos de la arteterapia: Que el proceso de creación prima sobre el resultado final, que pasa a ser una huella de lo acontecido.

Fuentes:

Huyser, A (2006). El libro del trabajo de los mandalas para el descubrimiento de  uno mismo. Ediciones Obelisco.
Küstenmacher, M y W (2010). Energía y fuerza a través de los mandalas.  Ediciones Obelisco.

Guerini, S (2011). Mandala Intuitivo. (Blog). Recuperado el 10/07/2014 de
http://mandalaintuitivo.wordpress.com/
Gutierrez, E (2004, enero). Pintura meditativa, una forma de arteterapia
(en linea). Recuperado el 20/06/2014 de http://www.arteterapiahumanista.com/Referencia%205.htm