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Hemos trabajado en
residencias, centros de salud y espacios culturales. Y a aunque cada
una de las experiencias vividas ha sido diferente, todas y cada una
de ellas nos han hecho darnos cuenta de la importancia de la
creatividad y de las prácticas artísticas en los adultos.
Los niños tienen
esa capacidad de abstracción de la realidad y de inmersión en el
juego que les hace volar la imaginación y ser creadores de nuevos
mundos. Para ello emplean la imaginación, la fantasía y
transforman lo conocido en lo novedoso. Pero siempre, partiendo de lo
ya conocido, por esa razón, cuanto más rica sea la experiencia
humana, tanto mayor será el material del que dispone esa
imaginación. (Vygotskii. 2003: 17). Por eso la imaginación de un
niño es más pobre que la de un adulto.
¿Qué ocurre
entonces? ¿Porqué a medida que nos hacemos mayores se pierden esas
facultades creativas?
La creatividad es algo que hay que practicar, todos somos seres creativos en potencia, pero si no fomentamos esos momentos en los cuales ser creativos y nos limitamos a repetir lo aprendido, sin introducir variaciones o tomar un camino completamente diferente, nos anquilosamos, nos vamos endureciendo.
La creatividad es algo que hay que practicar, todos somos seres creativos en potencia, pero si no fomentamos esos momentos en los cuales ser creativos y nos limitamos a repetir lo aprendido, sin introducir variaciones o tomar un camino completamente diferente, nos anquilosamos, nos vamos endureciendo.
Las experiencias
vividas con los mayores nos enseñaron que siempre puede ser un buen
momento para retomar aquello que dejamos de lado cuando comenzamos a
crecer, que nunca es tarde para aprender ni para tener nuevas
experiencias que permitan acercarnos de nuevo al niño, creador de
mundos, que todos somos.
Vygotskii, L. S. (2003). La imaginación y el arte en la infancia (Vol. 87). Ediciones Akal.