Según Ullán y Belver (2008), además
de la ansiedad, los niños y adolescentes interpretan la
hospitalización como un castigo por algo que han hecho mal, tienen
miedo al abandono, presentan comportamientos regresivos,
dependientes y están bajos de autoestima. Por ello, en los casos de
niños hospitalizados es frecuente la aparición del miedo.
Por otro lado y como en cualquier otro
colectivo, encontramos factores como la historia familiar, los
patrones de crianza, las experiencias pasadas que determinan las
diferentes reacciones ante la experiencia hospitalaria, etc. De
hecho, por la experiencia que he podido tener como arteterapeuta de
niños, niñas y adolescentes hospitalizados, en la mayoría de los
casos, emergen con más fuerza las necesidades relacionadas con su
situación personal que con el propio hecho de la hospitalización.
En una ocasión,
tuvimos la oportunidad de conocer a “Dino”, un niño de cinco
años a quién estaban realizando un estudio intestinal, además de
estar hospitalizado, su madre le había abandonado hacía unos
meses. Durante el tiempo que Dino estuvo en el hospital, (unas
cuatro semanas), lo hizo acompañado de una educadora social.
Pudimos detectar su necesidad de sentir estabilidad en su entorno,
así como de expresar y exteriorizar lo que le estaba ocurriendo.
Durante las sesiones no hacía alusiones a la hospitalización ni a
la enfermedad, pero sí al abandono. Este es un ejemplo escogido de
muchos otros, en donde claramente, la situación personal se hace
más imperante en la terapia, que la propia hospitalización.
Cada persona, según su predisposición
biológica o psicológica, se muestra más vulnerable o susceptible
a unos u otros síntomas, los cuales se manifiestan de manera
significativa en apariciones de fobias y temores.
De acuerdo con Green (2000), la
enfermedad puede tener diferentes aspectos debido a sus componentes
físicos, mentales y sociales. De manera que en lo biológico
podemos esperar diversas respuestas dependiendo del tipo de
enfermedad, la gravedad, el tipo de evolución, el umbral al dolor,
etc. En lo psicológico influyen la madurez, los mecanismos de
defensa, la personalidad, sus antecedentes psiquiátricos, sus
antecedentes médicos y hospitalarios, por citar algunos elementos.
Y en lo social influyen el tipo de familia y sus relaciones, la
actitud familiar hacia la enfermedad, los imaginarios familiares
sobre la enfermedad, la cultura, las relaciones interpersonales,
etc. Esta diversidad y “las múltiples combinaciones posibles
hacen que cada paciente tenga una singularidad dada”
(Gómez-Restrepo, 2008: 101).
A continuación expongo algunas de las
características individuales más significativas detectadas a
lo largo de la intervención arteterapéutica. Destacan entre otras,
la necesidad de:
• Expresar sus conflictos internos
• Sentirse en un espacio seguro y libre
• Establecer una relación de confianza
• Fortalecer la relación familiar
• Tener un espacio donde jugar
• Ilusionarse, sorprenderse, inventar
• Confiar en sus capacidades
Por último mencionar otro factor
importante en el ámbito de la hospitalización pediátrica, al
igual que en el educativo, es la edad del niño, que juega un papel
fundamental ya que una diferencia de simplemente dos años, puede
significar mucho en cuanto al modo de experienciar la realidad y de
comunicarse. Este hecho, aunque evidente, en ocasiones puede ser
pasado por alto; es fundamental considerarlo, así como tener
conocimiento de los principios del arte infantil y las etapas de la
expresión gráfica, tanto para la preparación de la intervención,
como para el registro posterior.
Todos los niños, especialmente los
que se encuentran en una situación difícil, tienen la necesidad de
expresar, de crear, de establecer relaciones con el mundo.
Utilizando la arteterapia es posible ayudar a los niños que están
hospitalizados a ejercer su creatividad de una manera natural,
beneficiando al niño y alejándolo de lo desagradable, del dolor,
de la ansiedad, de la monotonía, etc. Proporcionando recursos para
la externalización de impulsos agresivos, miedos y temores, así
como para la transformación de sus significados.
En el ámbito de la hospitalización
pediátrica se puede trabajar en talleres de arteterapia grupal,
como por ejemplo en las habitaciones de hemodiálisis, y en terapia
individual, (cama a cama), en la cual se centra esta investigación.
Los talleres de arteterapia para niños
y adolescentes sirven para que se adapten a su hospitalización, les
ayudan a reducir su grado de estrés dándoles oportunidad de hacer
cosas y tomar sus propias decisiones. Como la naturaleza de la
estancia en un hospital hace que ésta sea pasiva, (…) en el
taller de arteterapia tienen la oportunidad de hacer algo distinto.
Como experimentan fuertes emociones la creación artística les
permite comunicar sus sentimientos, contar y plasmar sus emociones,
con libertad para crear, y aprender más acerca de ellos mismos y de
su entorno. (Martínez Díez, 2006: 94).
Prácticamente desde los orígenes de
la proyección sanitaria de la arteterapia, encontramos aplicaciones
destinadas a tratar el impacto psicológico que supone la
hospitalización de los niños, incidiendo especialmente los efectos
emocionales que ésto produce. Es por ello un instrumento de
gran valor terapéutico, que trabaja desde la resiliencia con la
enfermedad y desde las potencialidades del paciente, siendo según
Noemí Martinez Díez (2006, pp. 45-67) capaz de:
• Entender el arte como “vehículo para la mejora social, física y personal”.
• Aplicar la creatividad y sus técnicas en “la mejora y desarrollo de los grupos atendidos”.
• Aumentar la autoestima
• Disminuir el desajuste emocional que puede causar la enfermedad.
• Enseñar al paciente a canalizar sus sentimientos a través de la creación, así como a enfrentarlos
• Mejorar la comunicación y la vinculación social.
• Facilitar la relajación a través de las imágenes artísticas
Podríamos añadir que la practica
artística permite expresar sentimientos y emociones que en
ocasiones son verdaderamente difíciles de expresar verbalmente,
sobre todo a determinadas edades o cuando se está pasando por una
situación difícil como es la enfermedad y la hospitalización.
Dicha expresión permite a los niños y niñas sublimar miedos,
frustraciones y angustias; todo ello en un ambiente de libertad,
seguridad y confianza.
Conclusiones:
• Mediante una sesión de arteterapia es posible generar un mejor manejo y una mayor resolución de conflictos emocionales, haciendo una adecuación a cada situación concreta. Es decir, ajustando el plan previo con rapidez, teniendo en cuenta las características del niño, de la enfermedad, del momento concreto y del material.
• El arteterapeuta puede ayudar a disminuir el desajuste emocional que la enfermedad pueda causarle al niño, mediante la aplicación de la arteterapia, empleando estrategias creativas adaptadas a cada caso y focalizando la sesión en las potencialidades del menor y de sus familiares.
• A través de la creación, en arteterapia es posible proporcionar al niño ingresado, herramientas a través de las cuales pueda canalizar sus sentimientos, fomentando procesos artísticos libres y aportando sostén y amparo al menor, para que sienta que no está solo ante la expresión gráfica de su ansiedad o malestar.
• El arteterapeuta puede facilitar al niño hospitalizado, una mayor compresión de la enfermedad, empleando el juego y el intercambio de roles, creando títeres, dibujos, cuentos, etc.
En definitiva, el arteterapia es una
herramienta muy eficaz en el ámbito de la hospitalización
pediátrica, ya que puede proporcionar en tiempos muy breves:
un entorno de seguridad, un espacio potencial lleno de posibilidades
y sobre todo un lugar para el juego y la creación, permitiendo
a los niños y niñas que están hospitalizados comunicar y
exteriorizar las emociones, pensamientos y sentimientos que llevan
dentro y que en muchas ocasiones no saben como gestionar o
exteriorizar.
Las sesiones de arteterapia, además
de ayudar a expresar lo que emocionalmente angustia al menor,
mejoran la comunicación personal, el conocimiento de sus propias
potencialidades y son un potente distractor. Acciones como golpear
el barro, dejar caer chorros de pintura o dibujar violentos
garabateos sobre el papel, pueden representar la oportunidad de dar
libre salida a sentimientos.
Es importante que los niños y niñas
que permanecen en sus habitaciones hospitalizados sean
protagonistas, que se les invite a decir, contar y expresar
plásticamente, que puedan crear a partir de lo que piensan o
sienten, ya que la creación actúa como acción reparadora y
únicamente la creación, en palabras de Melanie Klein (citada
en López & Augustowsky, 2007: 221), “expresa presencia”,
conformando una nueva realidad. Es por ello que la expresión
plástica y/o visual ha de ser parte integrante de cualquier
programa en pro de la salud.